Lost in translation; o sea: Perdidos en San Tranquilino
La idea surge en San Antonio de los Baños, a unos kilómetros de La Habana. Concretamente, en la finca San Tranquilino; y, más concretamente, en la Escuela Internacional de Cine y Televisión. Concretaré más: la idea surge en un taller de guión con el maestro Eliseo Altunaga.
Alumnos: un chileno, un mexicano, un peruano, dos brasileños y dos españoles; la cosa daría para un chiste en formato culebrón, quizás.
Temas de conversación: Cuba y el cine. Aquí se pone de manifiesto el choque de culturas. Me refiero al cine, no a Cuba. Y es que, aunque las películas que hemos visto pueden haber sido las mismas, no lo son sus títulos.
En una de las clases nos pasan un fragmento de Érase una vez en el Oeste; es decir: Hasta que llegó su hora. Luis (el chileno) me habla de The Manchurian candidate; traduzco: El mensajero del miedo. Y Homer Simpson se llama Homero Simpson, pero éste ya es otro tema.
Evidentemente, no he descubierto nada que no supiera. Pero me gusta empezar el blog de esta forma. Además, queda muy bien en mi currículo. En fin, el caso es que la idea surge en Cuba.
Lo sorprendente no es que tenga una idea; en realidad, me sucede con cierta frecuencia. Lo sorprendente es que tenga una idea y la lleve a cabo. En serio.
Un momento, creo que aún no he explicado la idea. Pues ahí va:
Escribir un libro con los títulos de películas peor traducidos en España.
En efecto, podría escribir un libro con los títulos de películas peor traducidos en Latinoamérica. O en el mundo. Pero, sinceramente, me parece un trabajo excesivo. Mejor me concentro en España, que me pilla más cerca.
Y así, a lo tonto, lleno casi doscientas páginas.
Y redacto un prólogo:
Aclaraciones
Lo que este libro no es
Este libro no es un manual de instrucciones para cortar jamón.
Tampoco es un diccionario, o no exactamente. Sólo es un listado alfabético de títulos de películas que han sido “traducidos” de manera incorrecta para su distribución en España. El entrecomillado se debe a que, en la mayoría de los casos, no son traducciones sino títulos completa o parcialmente nuevos y originales. Es decir, títulos que ha sido “cambiados”, como dice el personaje de Todo sobre mi madre. Sin embargo, pese a no ser traducciones, en este libro (y a partir de este momento) serán tratadas como tales.
No sé quiénes han sido los responsables de las traducciones. No obstante, y por comodidad, he optado por llamarlos traductor (así, en masculino singular). Estoy prácticamente convencido de que, por lo general, no es un traductor profesional. Podría haber hecho una labor de investigación al respecto pero, francamente, creo que esto sobrepasaría el modesto planteamiento de este libro.
Hay una cosa de la que sí estoy absolutamente convencido: yo no soy traductor. La única lengua extranjera en la que más o menos me defiendo es el inglés. También “pillo cosas” de lenguas románicas como el francés, el italiano y el portugués. Por eso me he concentrado en los títulos originales en estos idiomas. En ocasiones, me he atrevido con títulos en alemán, japonés… y hasta español. Porque ni siquiera títulos como Barquero o ¿Quién sabe? se han librado de ser traducidos en España. Ambos ejemplos se refieren a películas cuyo idioma original no es el castellano (a pesar del título). Sin embargo, hay producciones rodadas en la lengua de Azcona que también han padecido este fenómeno. Un ejemplo que me resulta particularmente doloroso es el del espléndido título del director argentino Alejandro Agresti Un mundo menos peor, que aquí se ha transformado en Todo el bien del mundo. A estos títulos les he dedicado un apéndice.
En cada entrada, entre el título original y su traducción original, he incluido el nombre del director y el año de producción.* De este modo procuro facilitar la distinción entre películas homónimas o tocayas. Algunas entradas incluyen comentarios. Aunque en ocasiones contienen datos verídicos y contrastados, con frecuencia no son más que observaciones pretendidamente irónicas y sin la más mínima vocación de veracidad. El lector sabrá discernir perfectamente entre los dos tipos de comentarios.
Como he dicho antes, esto no es exactamente un diccionario. En ningún caso he añadido la traducción “correcta” de los títulos. Así como los críticos de cine no ruedan la versión “correcta” de las películas que critican, yo no voy a dedicarme a hacer el trabajo de otros. Además, no soy traductor (eso ya lo había dicho, ¿verdad?).
Por último, quiero dejar clara otra cosa: no me gustaría que nadie se tomara esto como un ataque a su labor. Yo mismo he experimentado en carne propia la crítica a mi trabajo por parte de gente que no tiene la menor idea de en qué consiste tal trabajo (escribo anuncios). Por eso, más que un ataque a las traducciones, este libro es una defensa de los títulos originales, del derecho de los autores a que se respete su obra, y del derecho del público a ser igualmente respetado.
* Y, en el apéndice, el país o países productores.
Y luego, lo repaso, lo imprimo, lo encuaderno, lo registro y lo vuelvo a repasar. Y al final, lo mando a varias editoriales. Sólo me responden de una, y para decirme que no lo ven comercial.
¿Sabéis una cosa?
Me he picado.
En serio, me he picado.
He llenado casi doscientas páginas y algo tendré que hacer con ellas, ¿no? Y como no me apetece comérmelas con frijoles, he decidido servirlas recalentadas en un blog.
Ahora sólo espero que sea un éxito tal que las editoriales se den de hostias por publicarme el libro.
Es que me he picado.
4 comentarios:
Aunque la idea (del libro) me parezca muy buena, creo más en su utilidad que en el placer de su lectura. Debido a mi incultura multiétnica, yo, que soy cinéfago, para no cansar las pocas neuronas que quedan activas, acumulando títulos de películas traducidos alla cazzo di cane, tanto al español como a mi propio idioma, suelo memorizar sólo los títulos originales, y raras veces (re)conozco las traducciones que ha hecho algún idiota a su propio idioma. En este sentido, me gusta la idea de un breviario que me pueda ayudar cuando se trata de contestar a la fatídica pregunta-trampa que siempre cae en cada tertulia: "¿te acuerdas del Empire State en Tú y yo?". Quizás pueda acordarme del Empire State de "An affair to remember" o de "Sleepless in Seattle" o de "King-Kong", pero nunca sabré, sin haber antes acudido a la IMDB, de qué film se está hablando.
To make a long story sort: la idea es buena, aunque entiendo que pueda parecer poco rentable para una editorial. De todos modos: good luck, and keep on dreaming.
Gracias, aunque no me planteé hacer algo útil (o al menos, algo más útil que, por ejemplo, la "Miscelánea original de Schött").
...publicar un libro del que se vendan 30.000.000 de ejemplares sería algo útil
También cuento las ediciones piratas.
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